La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático – CMNUCC- en 1992 definió este como aquel cambio que es “atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables”[1]. Más recientemente el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático – IPCC- lo define como un “cambio en el estado del clima que puede ser identificado por los cambios en la media y/o la variabilidad de sus propiedades, y que persiste durante un período prolongado, normalmente décadas o más” agregando además que este puede deberse a “procesos naturales internos o fuerzas externas”[2].
La definición que acabamos de ver posee elementos técnicos suficientes para entender el contexto, el origen y las implicaciones de aquello que llamamos “Cambio climático” y además existe evidencia científica sólida que soporta la idea de su existencia como una amenaza para la humanidad y por esto es necesario entenderla en nuestro contexto para emprender acciones que nos permitan enfrentar sus consecuencias, adaptarnos a los retos que este supone y mitigar sus efectos en el corto, mediano y largo plazo.
Aclaremos esto primero: a lo largo del día el tiempo y la temperatura varían, incluso dentro de una misma ciudad y al mismo tiempo sabes que el día siguiente puede ser completamente diferente. En ejemplos como este, de corto plazo hablamos de tiempo atmosférico y es importante resaltar que este cambia constantemente. de una hora a otra, de un día a otro, entre semanas, entre meses, o incluso, entre varios años. En el largo plazo (en ciclos de 30 años o más) lo que esperamos es que estas medidas se vuelvan relativamente estables y constantes. Conocer y estudiar el clima nos ha permitido organizar nuestra vida social, nuestras actividades productivas y nuestra economía.
Solo por tomar un ejemplo, un conocido refrán dice: “en abril lluvias mil”, evidencia del inicio de temporada de lluvias que va de abril a junio generalmente y determina, entre muchas tantas cosas, los tiempos de cultivo o cosecha de diferentes productos según el lugar del país, el nivel de alerta de las autoridades ante desastres naturales e incluso las proyecciones de mercado de las empresas de servicios públicos. Esa estabilidad relativa del comportamiento del clima es clave para nuestra existencia, pero, como ya lo dijimos, está cambiando.
Tanto en el IPCC como en la convención marco se hace referencia a un cambio cuya base es la variabilidad natural del clima: los ciclos solares, la erupción de volcanes, la dinámica de las corrientes oceánicas, los cambios en la órbita terrestre y fenómenos de variabilidad interna como el niño, la niña o la oscilación ártica[3], por otra parte, también se hace referencia y esto es muy importante, al origen y la influencia antropogénica en el cambio climático. Esto es: la responsabilidad humana en el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global. En los últimos 200 años han aumentado de manera alarmante las emisiones de CO2 debido a la quema de combustibles fósiles, así como se ha incrementado la generación de otros gases como el metano relacionado con actividades como ganadería y gestión de residuos o los CloroFluoroCarbonos -CFC- responsables del agujero en la capa de ozono.
Los impactos del cambio climático a nivel global son cada vez más notorios afectando de manera negativa ecosistemas y comunidades de manera cada vez más fuerte, más seria y peligrosa. Dentro de sus impactos se incluyen efectos negativos sobre la biodiversidad, aumento del nivel del mar, deshielo de los glaciares, cambios en las dinámicas de las lluvias, pérdida de capacidad de suelos y desertificación, intensificación de eventos como tormentas y huracanes, pérdida de productividad agrícola y conflictos cada vez más frecuentes por el uso de recursos limitados, causando todo esto afectaciones a las personas, así como los sistemas naturales, sociales y económicos.
El cambio climático en Colombia representa amenazas sobre la economía, los recursos naturales, territorio y hábitat, biodiversidad, infraestructura, salud y seguridad alimentaria[4]. La tercera comunicación nacional de cambio climático plantea que los efectos se relacionan principalmente con el aumento de la temperatura, el cambio en el uso de suelo y la variación en las dinámicas de lluvia, trayendo como consecuencia[5]:
- Aumento del nivel del mar afectando poblaciones costeras;
- retroceso de páramos y pérdida de capacidad de abastecimiento de agua a poblaciones;
- derretimiento de nevados y glaciares;
- incremento de fenómenos extremos;
- reducción de la productividad agropecuaria;
- olas de calor en zonas urbanas y pérdida de fuentes y cursos de agua
- aceleración e intensificación de los procesos de desertificación
- impactos sobre la salud;
- disminución de la producción agropecuaria, pesquera y forestal;
- afectaciones directas sobre la productividad y competitividad nacional
- deslizamientos e inundaciones y daños a la infraestructura nacional.
A nivel específico, los escenarios estudiados para el país para el año 2040[6] muestran impactos como el incremento de áreas “incómodamente calurosas” en las regiones Caribe, Orinoquía, Amazonía y a lo largo del Valle del Magdalena, mostrando también una reducción de frío y confort térmico en las zonas de cordillera, causando cambios en las estructuras sociales, movilidad de grupos y fenómenos de desplazamiento por causas climáticas, este escenario además implica la expansión de enfermedades como el dengue y la malaria cada vez en zonas más altas del territorio.
Se estima una pérdida entre 3% y 5% del área de glaciares hasta su desaparición provocando escasez de agua para consumo humano, así como su disponibilidad para actividades agrícolas e industriales. Se prevé un aumento del nivel del mar hasta 12 cm en el mar caribe y 8 centímetros en la región pacífica, generando también erosión en las zonas costeras y afectando procesos económicos de pesca y turismo.
Las actividades agrícolas se verán afectadas no solo por la desertificación sino por las sequías y la transición de clima semihúmedo a semi-árido en áreas como Boyacá, Huila, Tolima, Cundinamarca y el Oriente del Valle debido a la disminución de precipitaciones, igualmente, al otro extremo, se pronostican aumentos de lluvia en territorios como Vaupés, Chocó, Guainía, Amazonas y Vichada. Esto traerá adicionalmente como consecuencia el incremento de plagas y enfermedades, el encarecimiento de alimentos, el corrimiento de pisos térmicos y la reducción de áreas potenciales para el desarrollo de cultivos.
[2] https://www.ipcc.ch/sr15/chapter/glossary/#:~:text=Climate%20change%20refers%20to%20a,period%2C%20typically%20decades%20or%20longer.
[3] https://www.esrl.noaa.gov/gmd/education/info_activities/pdfs/TBI_natural_climate_change.pdf
[4] http://todoesciencia.minciencias.gov.co/cambio-climatico-en-colombia
[5] http://documentacion.ideam.gov.co/openbiblio/bvirtual/023732/RESUMEN_EJECUTIVO_TCNCC_COLOMBIA.pdf
[6] http://www.ideam.gov.co/documents/21021/21138/Resumen+Ejecutivo+Escenarios+de+Cambio+Clim%C3%A1tico.pdf/0e37511b-9ed9-40c7-b1d0-b0a47eb7d36e
Autor
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Ingeniero Industrial, MSc. Desarrollo Empresarial y doctor en Desarrollo Sostenible.
- Green Talent 2014 - Ministerio de Ciencia y educación Alemán
- Climate Reality Leader
Apasionado por hacer del mundo un mejor lugar y alcanzar el desarrollo sostenible.
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